Creo que ya has visto noticias de chilenos que han delinquido en Estados Unidos o que han sido deportados en el mismo aeropuerto. Aunque muchas veces parece algo lejano o aislado, lo cierto es que este tipo de casos ha afectado directamente a toda la población chilena que viaja legalmente, ya que ha endurecido el filtro migratorio en fronteras. Lo he podido evidenciar personalmente en los testimonios y experiencias de mis propios clientes: personas sin antecedentes, con buena fe y toda la intención de hacer las cosas bien, que enfrentan interrogatorios, demoras o incluso amenazas de inadmisión. La diferencia, en muchos de esos casos, está en llegar preparado y con una estrategia migratoria clara.

En los últimos años, cientos de chilenos han sido rechazados o directamente deportados al llegar a Estados Unidos. En la mayoría de los casos, viajaban bajo el programa ESTA, pensando que era una autorización sencilla, automática y sin riesgos. Lo cierto es que el ESTA no garantiza el ingreso al país. Es solo un permiso para abordar el avión y presentarse en la frontera, donde la decisión final queda en manos de un oficial del CBP. Y basta con una respuesta mal formulada, un detalle mal interpretado, o un simple indicio de inconsistencia para que se cancele el viaje y se apliquen sanciones migratorias inmediatas.

Este fenómeno no es aislado. Según cifras oficiales del Departamento de Seguridad Nacional, más de 1.100 chilenos han sido inadmitidos o deportados desde 2022. A esto se suman nuevos datos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que muestran que entre 2021 y enero de 2025 más de 2.500 chilenos han sido detenidos en Estados Unidos. De ellos, 385 ya tenían condenas penales, 321 enfrentaban cargos pendientes, y 1.856 fueron arrestados por infracciones migratorias como exceder el tiempo de estadía o violar las condiciones de entrada.

Este endurecimiento migratorio, que se arrastra desde la administración Trump y continúa bajo políticas reforzadas, ha generado también un aumento en los controles para ciudadanos chilenos, especialmente en aeropuertos y puntos fronterizos. Casos como el de una ciudadana chilena detenida durante una redada migratoria en un evento privado han sido documentados por la prensa internacional, sumando tensión al vínculo bilateral en materia de movilidad.

Más allá de los antecedentes penales, muchos de los rechazos recientes han sido consecuencia de errores evitables. Personas sin historial delictivo han sido expulsadas por no poder justificar su estadía, por decir que iban de turismo mientras portaban currículums o materiales de trabajo, o por tener reservas poco claras y sin pasajes de regreso. También se ha registrado el uso incorrecto del ESTA: estadías prolongadas, entradas y salidas por tierra para reiniciar plazos, o trabajar remotamente desde EE.UU. sin una visa adecuada, incluso si el trabajo era para una empresa chilena.

El impacto del llamado “turismo delictual” también ha influido en la percepción general del perfil chileno en el extranjero. Desde 2019, las autoridades estadounidenses han vinculado el uso del ESTA a delitos organizados cometidos por ciudadanos chilenos, lo que ha derivado en controles más estrictos y en la cancelación del permiso incluso a familias completas por simple asociación.

Lo preocupante es que muchas personas no son conscientes de estos riesgos hasta que ya están en la sala de entrevistas, en la frontera, o en una sala de espera antes de un vuelo de regreso forzado. En muchos casos, una revisión previa del perfil migratorio habría permitido detectar puntos críticos y prevenir este tipo de desenlaces.

Preparar una entrevista migratoria, revisar antecedentes, y analizar si el ESTA es realmente la opción más segura puede marcar una diferencia sustancial. Cuando trabajo con personas que planean viajar a EE.UU., uno de los primeros pasos que recomiendo es realizar un diagnóstico migratorio personalizado. No se trata solo de cumplir con el formulario, sino de entender cómo será percibido ese perfil desde la lógica consular estadounidense.

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